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Recorriendo la Memoria de Cesar Ariel

Publicado: 10 de Mayo del 2009
En un acto de solidaridad con nuestra compañera y amiga Aura María Díaz madre de César Ariel Sepúlveda detenido desaparecido el 5 de septiembre de 1994 en Oiba Santander y coordinadora de ASFADDES Bucaramanga, nos encontramos más de 200 personas de todo el País en San Gil, Santander, el 6 de mayo del presente año, todos identificados con el sentimiento de dolor de doña Aurita para recibir a César Ariel y reencontrarnos con su memoria.

Como un pájaro libre de libre vuelo, Como un pájaro libre así te quiero

En un salón del hospital del municipio, presenciamos una solemne pero dolorosa ceremonia que dio inicio a esta peregrinación “caminando con dignidad por César Ariel para encontrarnos con su historia”

Las palabras de Gloria Gómez Coordinadora General de la Asociación, dejo en claro que este proceso de lucha, amor y resistencia no terminaba en ese instante, que es apenas el inicio en la búsqueda de la Verdad real, la Justicia proporcional y la reconstrucción de la Memoria, para dignificarlo desde sus sueños, luchas y proyectos sociales.

Doña Aurita con palabras entre cortadas pero muy sentidas, expresó su agradecimiento a las autoridades por haberlo encontrado, al sacerdote del municipio del Palmar por haberlo albergado en el cementerio de este municipio por más de quince años. Habló del descanso que sentía por tenerlo por fin junto a ella; aunque hubiese preferido verlo regresar a casa caminando con su sonrisa, sus abrazos y sus sueños

Entre lagrimas, abrazos, tristeza, cantos y gritos en honor a Cesar Ariel, salimos del recinto en medio de la calle de honor con banderines y claveles blancos y la canción “solo le pido a Dios, que el dolor no me sea indiferente…” iniciando el recorrido por las diferentes calles del municipio; pudimos ver a Ferney su hermano menor aferrando el osario y una fotografía de César Ariel, con este abrazo intentaba en un acto recuperar los 15 años que ellos, los enemigos de la vida y de los sueños, le negaron; junto a él apoyándose de su brazo, doña Aurita, con la mirada triste y el rostro de resistencia encabezaba la marcha, acompañada de todos nosotros, alzando la voz, levantando la banderas que preguntan ¿donde están? Y pintan la silueta de un cuerpo desaparecido, gritando César Ariel presente, presente, presente.

Por más de una hora, en el pueblo, quedó claro que los sueños de César Ariel seguían vivos y caminaban, no guardaban silencio, gritaban una y otra vez hasta que la gente volviera la mirada y empezará a preguntarse, ¿qué pasa?, ¿quién era?, ¿por qué se lo llevaron? Así paso a paso, lentamente en medio de la gente reconstruimos la Memoria de César Ariel, San Gil por fin sabía quién era él.

No era suficiente recibir el cuerpo y marchar por San Gil para caminar reconstruyendo la memoria de César Ariel, quisimos dignificarlo en el sitio donde por más de quince años fue un N.N Para ello retomamos el camino hacía el municipio del Palmar, ubicado al margen izquierdo del río Suárez, en el corredor conformado por la vía que comunica de Socorro a Zapatoca.

En la iglesia del Palmar, se dio inicio a la misa oficiada por el párroco del municipio, recordando que por Fe y tradición familiar, Cesar Ariel siempre fue un cristiano comprometido con las leyes de Dios, y entre canticos y oraciones la familia de César Ariel y los presentes pedimos por él.

Bajo un sol picante, furioso, como si también sintiera el dolor y la rabia de todos nosotros por lo ocurrido, iniciamos en el cementerio el acto de dignificación y de memoria sembrando un árbol, para que nunca se olvide que allí estuvo Cesar Ariel por más de quince años sin ser reconocido, como lo que él era, un luchador lleno de sueños y proyectos sociales para su comunidad.

Doña Aura entre cantos y llantos tomó fuerzas y alzó la voz para expresar su más profundo dolor “los enemigos de la vida me privaron de mis nietos, de tus caricias, de mi nuera, me privaron de todo…Me voy tranquila porque vinimos a recordarte, porque tu nombre se repitió muchas veces”

No se puede sepultar la luz, no se puede sepultar la vida, no se puede sepultar a un pueblo, que busca LA LIBERTAD Como estrellas siempre brillaran, porque aun muertos seguirán viviendo

Nos fuimos alejando lentamente del cementerio, atrás quedaba la fosa donde ahora un árbol quedó plantado en señal de vida y memoria, pero en nosotros el amargo sentimiento de no poder dejar de pensar en qué lugar como éste, en lo recóndito de un pueblo, de una vereda, de un municipio, estarán nuestros seres queridos con una marchita cruz de NN. Es inevitable no llorar, ni sentir tristeza, dolor, rabia, e incertidumbre…

Poco a poco nos fuimos marchando del pueblo, con rumbo final hacía Bucaramanga, lugar donde al día siguiente César Ariel por fin descansaría en la ciudad que lo vio crecer, junto a su familia y amigos. La funeraria fue el lugar donde durante la noche doña Aura y todos nosotros pudimos compartir oraciones y pedir por su descanso.

Arriba las banderas en señal de honor, César Ariel presente, presente, presente, gritaban las voces antes que la marcha completa entrara a la iglesia del cementerio de Bucaramanga.

Por la idea perseguida,
por los golpes recibidos,
por aquel que no resiste,
por aquellos que se esconden,
por el miedo quete tienen,
por tus pasos que vigilan,
por la forma en que te atacan,
por los hijos que te matan,
yo te nombro, Libertad…

La Misa se inició con cantos de libertad, solidaridad y esperanza de un mundo mejor, Dios estaba allí con nosotros con las víctimas que sufren, que luchan, que resisten, en ese momento el sacerdote evocaba la palabra como acción de cambio, el motivo; reconstruir la memoria de César Ariel para proyectar sus sueños, pero también para exaltar la lucha de amor y resistencia de todas las familias congregadas en ASFADDES.

Con el dolor ahogado en la garganta y a través de la voz entrecortada, de Doña Aura todos conocimos a César Ariel, sus juegos, sus necesidades, sus virtudes, sus errores, sus sueños y en medio de esta emotiva ceremonia supimos que él era el hombre de la casa y que a sus 12 años empezó a trabajar.

Una vez más la voz fuerte santandereana de Doña Aura nos dijo “…Y él me decía mamá yo soy el hombre de la casa y cuando vivíamos en una habitación me decía mami vamos a tener una casa grande yo la voy a ayudar…” “…Y llegaba a la casa con una bolsita con un pedazo de carne, hoy celebramos que hicimos una placa en Villa Sandra y con la bolsita de carne perseguía a Jenny y a Jacqueline untándoles carne…¡coman! ¡coman! Les quería hacer comer en el momento en que él llegaba”

Ya habíamos caminado gran parte de la memoria de César Ariel, habíamos vuelto al pasado proyectando el presente y futuro, y al terminar la mañana de ese sábado, lo estábamos acompañando a donde por fin descansaría digno y fuerte.
César Ariel nunca se fue, siempre estuvo y estará en la memoria de sus familiares y en el diario vivir de la Asociación, su memoria junto a la memoria de todos los desaparecidos del País nos permite seguir luchando, resistiendo y persistiendo por Verdad, Justicia y Memoria.

César Ariel vivirás en cada paso, cada grito, cada palabra, cada lugar, en nuestras lágrimas, en el puño en alto, resistirás y persistirás por siempre.

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